lunes, junio 12, 2006

Derivas II

Ha vuelto a amanecer y el alba me sorprendió lidiando contra las agujas del reloj, hoy reinarán unas enormes gafas de sol en mi cara, ocultarán los signos de victoria y soledad. Victoria porque gané la batalla a los horarios esclavos que dominan nuestras vidas, soledad porque nadie comprende nuestra batalla, la eterna lucha, somos seres de la noche, somos seres de día también...
Mientras conduzco miro por la ventana, la discontínua línea blanca se torna contínua a medida que avanza la aguja del cuentaquilómetros, con cada centímetro hay una historia, seguro, ¿existe similitud entre centímetro e instante? Podría ser, todo depende del momento y la ocasión.
Avanzamos inexorablemente a la deriva, la monotonía del pueblo, del hombre de a pie, esa es la tónica dominante en estos días grises sin fin, grises e infinitos como el horizonte, aunque recorra quilómetros y quilómetros, esa lejana y delgada línea nunca termina ni terminará, y aunque cerremos los ojos, allí seguirá, eterna e inamovible, invitándonos al desespero de no poder alcanzarla jamás, pero convidándonos a soñar para que la lucha continúe y podamos pensar que todo cuanto deseamos y anhelamos se encuentra justo detrás del horizonte que siempre viene pero nunca llega, como el mañana...
Feliz viaje a la deriva, marinero

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