martes, mayo 30, 2006

A mano derecha, según se va al cielo

Corre loca, ayúdame a ponerme las alas, rocíame con tus polvos mágicos, parpadea encima de mis sueños y otórgame el poder de pensar en cosas alegres; ayúdame corre, que allí nos espera él, la segunda estrella, ¿cuál? No, no, la segunda estrella, aquella, sigue mi dedo, la que está a mano derecha según se va al cielo...

He pasado mil años mirando la ventana y a través de ella el horizonte y un cielo gris infinito de mi Barcelona natal, siempre quise echar a correr aún sin haber aprendido a caminar, quise construir la casa por el tejado sin tener siquiera el solar donde edificar, busqué un tesoro sin mapa y busqué un mapa sin leyenda ni mito asociado que lo hiciera más atractivo, siempre quise ver más allá del horizonte sin que éste fuera sólo una delgada línea que delimita la mirada; yo sé que hay algo más allá de ese fina línea, no sé si comenzaré la búsqueda de eso, pero seguro que comenzaré a caminar con mis botas nuevas, botas mágicas con diminutas alas celestes en los talones, un par en cada bota, las compré para poder ir con él.

¿Dónde? Pues allí claro, a mano derecha según se va al cielo después del tablao donde nunca cesan las palmas de Currito.

"...Que se me paren los pulsos si te dejo de querer, que las campanas me doblen, si te falto alguna vez, eres mi vida y mi muerte, te lo juro compañera, no debía de quererte, y sin embargo te quiero..."

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